Viernes Santo en Campobasso

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Setecientos cantantes entonan el desgarrador Teco Vorrei

El ambiente está lleno de expectación, tristeza, la temperatura sigue siendo baja a pesar de la primavera y la oscuridad se acerca. Así comienza la tarde del Viernes Santo en Campobasso, cuando toda la población se prepara para la procesión que se dirige a la iglesia de Santa Maria della Croce, una de las más bellas, antiguas e importantes de la ciudad.

Esta antigua tradición se estableció ya en 1626 en el pacto de paz entre los cruzados y los trinitarios, las dos cofradías más poderosas de la época.

Como la mayoría de las procesiones del Viernes Santo, siguen a las estatuas de Cristo muerto y de Nuestra Señora de los Dolores. La de Campobasso, sin embargo, tiene una peculiaridad.
El coro, que entona el desgarrador Teco Vorrei o Signore, está formado por no menos de setecientos cantores, divididos entre hombres y mujeres y desde el tono más bajo al más alto.

Tan impresionante número de personas, unido a las notas del himno compuesto a principios del siglo XX por el maestro de Campobasso Michele De Nigris con versos de Pietro Metastasio, hacen temblar los corazones y las ventanas, y pueden oírse a decenas de metros de distancia mientras la música se propaga por las callejuelas del casco antiguo.

Tras abandonar el casco antiguo, la procesión se dirige a los lugares de la ciudad donde el sufrimiento es mayor. La parada principal es ante la prisión, donde el obispo pronuncia un discurso cada año.

Desde aquí, la procesión inicia su regreso a la iglesia con el cielo cada vez más oscuro y la temperatura cada vez más baja, acompañada normalmente de viento o mal tiempo para acentuar el sufrimiento y la tristeza del día.

Una tradición muy sentida por los habitantes de Campobasso, pero no sólo, ya que el coro atrae a gente de toda la región.